La cremación se está convirtiendo en la nueva norma para los planes de fin de vida en San Luis
En los últimos años, muchas tradiciones y costumbres se han transformado, entre ellas, se destaca una tendencia que gana adeptos en la ciudad: la elección de cremar a un ser querido en lugar de enterrarlo. En la provincia del total de las inhumaciones, el 60% son entierros y el 40% cremaciones. Se realizan alrededor de 40 incineraciones por mes y al año, 400.
Despedir a un ser querido suele ser uno de los momentos más difíciles por lo que tienen que pasar los seres humanos que además de atravesar por un dolor sin reparo, los familiares se ven obligados a tener que decidir qué hacer con los restos. Hay costumbres que cambian y en esa fluctuación, los puntanos van hacia una tendencia concreta: la cremación, que hoy se presenta como una posibilidad más entre los ritos funerarios.
Existen distintas formas y métodos de despedir a los difuntos, pero a diferencia del entierro, que es poner el cuerpo inerte en una caja de madera o cartón de material biodegradable para después enterrarlo en el cementerio, la cremación dejará escasísimos rastros, dado que es un proceso irreversible al someter el cuerpo a altísimas temperaturas para reducir sus elementos básicos. Ese proceso se lleva a cabo en un crematorio y dura como mucho tres horas.
Los pasos a seguir son muy variados y los cementerios siguen siendo una de las opciones más escogidas. En San Luis del total, el 40% son cremaciones y el 60% sepulturas.
“En nuestra provincia han incrementado las cremaciones desde que empezamos a ofrecer el servicio en el 2021. Sucede que antes, para realizar este proceso se debía viajar a Mendoza o Río Cuarto, por lo tanto, el valor era mucho más elevado y al tener uno en San Luis se logró reducir los costos”, explicó el propietario de Previsora y el cementerio Jardín del Recuerdo, Fabricio Pezzini.
En declaraciones que formuló a El Chorrillero confirmó que por mes se realizan 40 aproximadamente, arrojando un total de 400 cremaciones por año y desde que se ofrece este servicio en San Luis, oscilan en las 800.
“Es una opción más rentable por el hecho de que no hay que pagar mantenimiento de las parcelas o del nicho, excepto que pretendan alojarlas en el cementerio”, consideró.
Tuvo en cuenta que “generalmente lo que es mantenimiento se hace cargo la primera generación, después los nietos y quizás los bisnietos se olvidan y no pagan nunca más lo que provoca el colapso de los cementerios municipales”.
Si se tiene en cuenta este tipo de circunstancias, que inevitablemente ocurrirán tarde o temprano, se podrá elegir una empresa funeraria confiable y ajustada a las necesidades financieras, para poder garantizar un duelo digno, sin tener que enfrentar números exorbitantes.
En la actualidad, el proceso de incineración tiene un valor aproximadamente de $150 mil. Ante el contexto de crisis que atraviesa el país, donde aumenta constantemente la luz y el gas, los precios se van modificando día a día.
Es válido tener en cuenta que los montos varían dependiendo el tipo de cremación: “Por ejemplo, la de reducción que son las referidas a cadáveres con restos orgánicos adheridos, o restos esqueletizados y que se efectúan después de transcurridos los cinco años de la muerte, lleva menos tiempo, es más rápido, y más barato”.
“El tamaño de los cuerpos también importa, en el caso que sea estándar lleva poco tiempo, pero si es una persona con contextura física más grande, se demora más, por ende los valores varían”, dijo.
Otra de las decisiones que se deben tomar, es dónde depositar las cenizas: “Cuando se vende la cremación se le da a elegir los diferentes tipos de modelos de urnas. Hay unas ecológicas, de madera, de plástico, y hasta llaveritos”.
Tradicionalmente, los familiares llevaban a casa las cenizas de sus difuntos en urnas funerarias para repartirlas o esparcirlas en el aire, mar o tierra. No obstante, debido a que Argentina es un país mayoritariamente católico, la costumbre y la norma de la Iglesia obligan a sus fieles a conservar las cenizas de los fallecidos en lugares sagrados, como cementerios o templos, por lo que surge la necesidad de buscar opciones donde depositarlas.
“Muchas personas al no querer llevar las cenizas a su hogar, los cementerios ofrecen un lugar donde colocarlas que se llama cenizario que son utilizados para albergar los restos”, contó.
Pezzini detalló que en el crematorio cada seis meses se hacen inspecciones: “Profesionales de la Universidad de Córdoba vienen a realizar las mediciones en el horno y verificar todo lo que tiene que ver con la contaminación ambiental”.
“Todo proceso de cremación debe cumplimentar una serie de papeles. En otras provincias, Mendoza o Córdoba, si fallece una persona, un amigo puede firmar y autorizar la cremación. Sin embargo, en San Luis por medio de una ordenanza municipal se determinó que la gente tiene que acreditar el vínculo, es decir, tiene que ser un pariente directo”, mencionó.
Y añadió: “Esto hace que el proceso sea transparente y en el caso de que por ejemplo una persona no tenga vínculos cercanos y quiere hacerlo una amiga tiene que firmar un acta en la Policía y esa persona toma la responsabilidad”.
Para acompañar y brindar seguridad a los familiares aconsejan que un pariente esté presente a la hora de la cremación: “Tenemos una ventanita donde la gente mira hasta el momento que el ataúd entra en el horno crematorio, se queda durante dos horas ahí, y luego se entregan las cenizas”.
“También contamos con cámaras para transmitirle seguridad a nuestros clientes porque en otras provincias han ocurrido casos turbios que los ataúdes no los queman para venderlos. Por tal motivo, exigimos la presencia de al menos una persona”, destacó.
“Nosotros para quemar los herrajes del cajón, solicitamos una autorización a la familia. Lo fundimos y lo donamos a una parroquia que tiene un comedor con un fin benéfico. Hacemos un trabajo profesional y transparente”, subrayó.
Por último, reveló que como máximo creman cuatro cuerpos por días: “Nos tomamos el tiempo de higienizar el horno con un cepillo y luego con una aspiradora para que no se mezclen las cenizas”.